Negra, fea, pero que sabrosa esta la morcilla. La de verdad lleva cebolla y especies varias, depende del gusto del que la hace. Hay versiones mas o menos conocidas como las de arroz , originarias de Burgos pero elaboradas a su semejanza en casi todo el mundo, para mi son las mas deliciosas ya que la presencia del arroz las hace mas consistentes y mas presentables, ya sea asadas o fritas o reventadas están para chuparse los dedos.
He probado una versión de las tierras caribeñas, me dicen, que además llevan un toque de canela dándoles un sabor dulzón maravilloso. Gracia a Lito conocí las llamadas chorreranas que se diferencian por la presencia de carne yen tucos y la presencia de tocino en trocitos, tiene mas consistencia y son básicamente como los chorizos tableños pero con otras especies y por supuesto el ingrediente estrella la sangre de cerdo.
En este último viaje probé unas deliciosas con toque de guindilla que le dan un saborcito ligeramente picoso que las convierte en ganadoras. En fin hay para todos los gustos, lástima que tienen tan alto contenido en colesterol del malo y se hacen prohibitivas cuando uno está a dieta.
La manera de prepararlas mas tradicional por estos lares es a la parrilla, acompañadas de chimichurri , que es como se las comen los argentinos. En Chorrera cerca del mercado las venden fritas acompañadas de patacones o yuca frita. A mi en lo personal me gusta pasarlas por harina, ligeramente, y dorarlas en la sartén con poquito aceite ,acompañarlas de dos huevos fritos con una flauta de pan y ..eh voila¡ el desayuno perfecto. Las preparo en el restaurante reventadas para lograr que sean mas crujientes , aunque a los puristas no les gusta demasiado, si he encontrado a verdaderos fans que me las piden en compañía de patatas fritas y un par de huevos a manera de huevos estrellados.
Aburrido, quizás, e inspirado, tal vez, he implementado un nuevo plato en el restaurante que merece el comentario. Falsa lasaña de pimientos rojos asados y morcilla con manchego en salsa de ajos rostizados. Casi nada, el plato se las trae, la deliciosa mezcla que he encontrado entre los pimientos con la grasa del manchego rayado y el sabor a morcilla mezclada con la cremita de ajos asados al horno hace de este plato una maravilla culinaria. Francamente algunos poco amantes de la morcilla que la han probado les ha encantado porque el sabor de la morcilla se diluye con el resto de ingredientes y no les parece que están comiendo morcilla porque no se parece al concepto que tiene de esta, los mas amantes de la morcilla simplemente me han comentado que es una manera distinta y mas gourmet de disfrutar de este manjar y a los que no les gusta para nada la morcilla simplemente me han dicho que no piensan probarla así que tengo para todos los gustos pero me parece que deben hacer el intento porque es simplemente cuestión de poner en un molde rectangular , previamente pintado de aceite de oliva, capas de pimiento, asado y pelado, morcilla abierta, rayar le queso manchego para luego bañarla con una ligera crema obtenida de licuar los ajos asados y poner todo a hornear por veinte minutos para que el queso se funda y se cocine la morcilla. Simplemente delicioso
Buen provecho…
3 comentarios:
Saludos desde la Cofradia de la Morcilla, pocas cosas me dan tanta felicidad como la aparición de la morcilla en una receta, sea como protagonista o complemento.
muy buen post, felicidades
Pedro, hay pocas cosas, creo, que haya yo conocido hasta el momento...y que me rehusaría a comer. No es por lo negra y fea, te lo prometo. Ni por el sabor o por lo que químicamente puede hacer en una receta como componente secundario o como el rey de la mesa....Simplemente NO me cuadra! :(
Querida Melissa, como apasionado de la cocina y sin ser profesional como ustedes, aún recuerdo de jovencito cual fue una de mis primeras recetas, o acaso la primera que mis amigos pedian que reproduciera cada dos por tres: "Spaguetti del sotobosque mediterraneo".
La clave de la receta era el sofrito, la base clásica de cebolla, ajo y pimientos pero con la aportación de la morcilla desmenuzada, setas de otoño como los "camagrocs" y otros tipos de rossinyols, piñones y un poco de nueces. Para armonizar la textura utilizaba un poco de vino blanco y para dar el toque final, añadía alguna especie para encajar mejor el diálogo aromático entre las setas y la morcilla.
El resultado siempre era el mismo, satisfacción en los comensales por la especial aportación de la morcilla, ni mucha ni poca, la justa para congraciarse con la pasta y desarrollar una complejidad de aromas y sabores que a todos nos recordaba los puntos cardinales de la cocina interior de Catalunya en donde la presencia del cerdo en cualquiera de sus formas es insustituible y mucho mejor si se trata de "cortes de pobre" como la galta o moflete, morro, oreja, manos, pies, panza o tocineta salada.
Quizás eso es lo que a Pere y a mi nos provoca este feo y discutido ingrediente: arraigo
recibe un cordial saludo, espero que pronto tendremos la oportunidad de conocernos en vivo despues de tantos años de vinculos virtuales.
Oriol
Publicar un comentario