miércoles, 26 de octubre de 2011

Mi amigo Mario

Tras el viaje por New York aterrizo en la actualidad gastronómica de panamá. Siguen abriendo restaurantes con mayor o menor éxito pero también siguen cerrando. Ya en Panamá es difícil escoger donde uno puede ir a cenar o almorzar, las calles están semi cortadas, los tranques no se aguantan y encima las enormes cantidades de agua que nos están cayendo del cielo en esta época dificultan el querer salir. Ante la crisis de publico hay una mayor creatividad de parte de los restauranteros, hay quienes lanzan ofertas de menús ejecutivos y hay otros como mi caso que lanzamos nuevos conceptos como el menú degustación con maridaje incluido. Hay otros que añaden a su oferta la música en vivo, otros especiales de comidas y así el mercado se va enriqueciendo. En estos días me cogí la noche libre y salí a cenar con mi mujer y nos fuimos a visitar un restaurante del que he oído nada más que buenos comentarios, regentado por un chef de orígenes catalanes, su abuelo es catalán, Maito. Saben mis asiduos que no me gusta hacer critica asi que simplemente me limitare a decir que me gusto, el ambiente bien creado, el servicio de discreto a bueno, la comida mas que buena rozando la excelencia, el conjunto extraordinario. Ahora el tipo de cocina yo la definiría como moderna con toques de fusión clásica en donde el ingenio del chef sale a relucir con creaciones divertidas en donde usa ingredientes y sabores muy panameños combinados con preparaciones muy adecuadas e internacionales. En fin recomendable y de precios muy asequibles para la gran calidad que tiene. Francamente no puedo hablar del que considero un amigo, el chef Mario es un buen amigo y como yo amamos lo que hacemos a pesar del sacrificio que conlleva para nuestras vidas. Pareciera que no pero eso se nota en nuestras cocinas y nuestros palto0s están llenos de amor y de sinceridad. Uno lo nota en la presentación, en el sabor, en los nombres de los platos y a la fin en el resultado final después de haber terminado de comer sientes cariño por el que te atendió y te dio de comer. Lo importante para el y para mi es el producto y no enmascararlo ofrecerlo para que tenga el sabor que tiene que tener y acompañarlo de otras cosa que le ayuden a realzarlo. Buen provecho.

sábado, 8 de octubre de 2011

La gran manzana

Mis últimos días en la gran manzana, fueron de descanso, habíamos caminado tanto que la piernas ya pedían usar mas el metro que otra cosa. Así usamos los días para pequeñas compras olvidadas y a disfrutar de la ciudad. Paseíllo por Times Square, pizza y ensalada de almuerzo. En la noche nos acercamos al que fuese una área peligrosa, el “AbecedaryDistrict”, convertido ahora en una apacible zona de bares y restaurantes étnicos y de todos los países. Tomamos unas cervezas artesanales en la terraza de un restaurante austriaco y fuimos cenar a un restaurante serbio. Sorpresa, serbio, y que comen los serbios? Pues algo muy parecido a lo que comen los búlgaros y lo que comen los griegos. Cocina muy mediterránea , quesos, lechuga, orégano, yogur, pepino, limón, cordero, cebolla, tomate, pimientos, etc.. Pasamos bastante calor porque el restaurantito de treinta puestos no tenía aire acondicionado, nos tomamos un vino blanco serbio parecido a un torrontés que estaba delicioso y una botella de merlot que salvo que lo sirvieron como sopa y lo mandamos a refrescar estaba muy correcto y a un buen precio. La comida fresca abundante y a un precio formidable. Mi paletilla de cordero asada impecable, las carnes de los niños espectaculares y el codillo de cerdo de mi señora estaba espectacular, los primos pidieron cordero igual que yo. El lugar no tiene otro atractivo que su comida y la presencia de serbios que acompañan con música y cánticos de su país la velada. El restaurante está ubicado en la avenida C en el numero 116 y el nombre es Kafana, la verdad que lo recomiendo, tanto por su realmente buen precio para Manhattan y su calidad, eso si manden a enfriar su vino si no quieren tomar sopa de vino. En general me sorprendió el maltrato que le dan al vino en casi toda la ciudad, tenemos más cavas nosotros en Panamá que las que vi en Manhattan, los puristas me dirán que fui a restaurante poco fancys pero es que en Panamá casi todos los restaurantes disponen de una cava chiquita para los vinos tintos. El servicio en general me pareció mucho mas atento y predispuesto que lo de nuestro patio y en general las decoraciones mas elegante y modernas, acordes también con la ciudad e que estaba visitando. Gastronómicamente es una de las pocas ciudades del mundo que tiene ofertas para todo tipo de público y variedad increíble te muevas por donde te muevas. Es una ciudad para experimentar, para recordar, para probar y saborear todo lo que gustes y para todos los gustos. Buen provecho.

jueves, 6 de octubre de 2011

New York

Desayunar en New York es comparativamente de lo más caro pero hay soluciones para todos los gustos, mi consejo es acercarse a uno de los miles de Delis que hay en la ciudad y tratar de buscar el desayuno que uno prefiere. Sale barato pero también dependerá de lo caprichoso que sea uno, el desayuno promedio no baja de los 6 dólares incluyendo huevo y bebida. La ventaja es que en los delis uno puede encontrar de todo y a precios normales, tratara de desayunar en una cafetería puede convertirse en un desayuno de 20 hasta 40 dólares sin desayunar nada del otro mundo. Caminando por la calle en esta maravillosa ciudad uno encuentra miles de propuestas para almorzar, hay la opción de los delis, la de los carritos en la calle que pasan desde el pretzel, los” hot dogs” y encontramos toda clase de variedades de comidas semi orientales , griegas y árabes en preparaciones variadísimas. A su vez miles de pequeños negocios de comida para llevar donde destacan los chinos y sus características cajetitas de “ delivery” , miles de restaurantes con menus especiales de almuerzo. Cualquiera de las opciones vale la pena con tal de seguir caminando y disfrutar del paseo. Incluso hay la opción en miles de lugares de la pizza en “ slices” o porciones a precios tentadores de todos los sabores y colores. Incluso la versión súper sofisticada de los delis gourmets ofrecen miles de ensaladas, platos cocinados y comidas de todas las regiones que se venden por peso. En la noche , que es cuando realmente uno ya ha visitado, ya ha hecho compras y ha reposado, es donde hay tiempo, para ir a buscar restaurantes. Huir de los tópicos típicos es una virtud y lanzarse a la aventura, caminar por las avenidas menos concurridas e ir estudiando los menús que cas siempre están a la vista en la calle, es divertido y sugerente hasta que uno encuentra lo que busca. Casi todos presumen además de la clasificación de la guía Zagat y la exhiben en sus vidrieras con lo cual sin tener la guía uno puede aventurarse por esas avenidas y calles y a la búsqueda de la cena deseada , ofreciéndonos esta ciudad la facilidad de que hay comidas de casi todas las regiones y etnias del mundo. Recomiendo pasearse por la novena avenida que esta plagada de restaurantitos étnicos y de excelentes precios, sobre todo entre las calles cuarenta y tres y cincuenta y siete. Por estos paseos descubrimos un restaurante de nombre 9, que tenía una apariencia de moderno pero con un menú lleno de curiosidades gastronómicas. Nos sentamos en la terracita y la única critica que se repitió bastante en el viaje es que los vinos tintos estaban calientes no venían de cava y su temperatura estaba muy por encima de los dieciséis grados, el resto inmaculado, los niños se comieron unas hamburguesas espectaculares y lo que les llamo la atención fue que las papas vinieron en canastitas similares a las de freír de acero inoxidable muy bonitas. Los langostinos apanados en coco con salsa de mango deliciosos, la caprese estaba perfecta y el braseado de asado de tira inmaculado, acompañado de puré y mini vegetales braseados estaba perfecto. Lastima, insisto, del pinot noir americano que vino como sopa pero que logre me lo enfriaran y se torno delicioso, en general los vinos caros y a la mala temperatura. Buen provecho.